martes, 10 de noviembre de 2009

Un día 10 como hoy.


Son casi las 4y 30 de la madrugada, el reloj suena de una manera desesperante avisando que ya es hora de despertar. El sonido me incomoda más de lo que yo pensaba, me doy vueltas en la cama de una lado a otro, me sobo los ojos y la cara con ambas manos y logro levantarme en plena oscuridad tambaleándome tal vez un poco, arrastrando los pies buscando entre ojos el reloj despertador y tanteando con las manos logre apagarlo. Luego me acerque al interruptor y encendí la luz, luz blanca que me encegueció e hizo que hizo que me llevase nuevamente las manos a la cara y acostándome nuevamente en la cama. La radio estaba prendida en RPP porque las noticias es algo que siempre quiero escuchar por las mañanas al despertar, estaba dubitativo si pararme de la cama o no y el cuerpo y la flojera me decían que me quedara allí echado pero mis pocas fuerzas de voluntad me hicieron pararme de un brinco. Busque mi botella de dulce agua y le di varios sorbos, busque entre mi ropa algún polo y short. Estaba decidió a salir a hacer algo de deporte. El correr por las calles es una de esas cosas que te hacen sentir bien y te libera un poco el cuerpo de esos cigarros y comidas grasosas del día anterior, así que me aliste y estire un poco los músculos ya un poco ligeros debido al invierno que se va, tome mi música, llaves, gorra y baje al primer piso.



Tocaba la puerta para que alguien me abra, como siempre mi viejita se despertó y me abrió la puerta, tome un poco más de agua y salí de la casa. Eran casi las 5 de la madrugada y la calle estaba solitaria y oscura, algunas de las casas ya tenía luces o televisores prendidas y mientras encendía y alistaba la música me acercaba a la mal ubicada reja de mi cuadra vigilada siempre por un perro chusco color negro y de una oficina policial, casi siempre llena de policías limpiando motos, carros, comiendo o durmiendo.

Observe ambos lados de la pista y cruce aquella avenida para ubicarme en la ciclo vía, camine unos metros inhalando y exhalando aire, aire un poco más limpia a esas horas de la mañana. Mientras avanzaba escuchando música y haciendo la respiración adecuada me cruzaba con muchas personas- que en esta época del año son cada vez más-, ancianos(as), señores, señoras y cómo no jóvenes y adolescentes entre hombre y mujeres, haciendo deporte para “lucir bien” el verano que se aproxima, sin embargo, habíamos otros que lo hacíamos simplemente para sentirnos bien. Me acercaba cada vez más a nuestro aeropuerto internacional y encontraba a varias mujeres “con sorpresa” paradas en las esquinas con sacones largos y tacos, una vista muy desagradable. Luego de unos 30 ó 40 minutos de carrera regrese a mi casa, ya agitado, sudado y con la nariz muy despejada y con menos frio con el que salí y algo de luz alumbraba las calles.


Mis dos perros ya se encontraban despiertos y dispuestos a lamerme y moviendo esa peculiar cola mocha de ambos. Entre al cuarto hice algo más de ejercicio hasta que el agotamiento se apodero de mi así que me duche para tomar desayuno. Eran las ocho de la mañana y no me había dado cuenta cómo se paso el tiempo volando mis hermanos se alistaban para irse al trabajo. Tome algo de té y un pan con salchicha que lograron sobrarme mi vieja y mi hermana, la melliza. Regrese a mi cuarto y estudie unas horas a la vez escuchaba un programa de radio, “mañana maldita”.Y cuando el reloj ya iba marcar las diez, salí de mi cuarto y le busque juego a mis dos perros tratando de entrar en calor para darme nuevamente una ducha, pero el tiempo también se me paso volando y me aliste en menos tiempo de lo que creía.

Estaba ya sentado en la couster mirando las calles de Lima, pululando vendedores de periódicos, caramelos y dateros con esas frases y jergas únicas que solo las entienden ellos, el cobrador y chofer; algo me decía que hoy iba a tener menos mala suerte de la normal. Llegue apresurado y casi corriendo a mi clase de estadística- esta vez no esperaba encontrar a aquella muchachita de piel canela, ya no me importaba- y gracias a “dios” esta vez mi profe cara y cuerpo de pingüino no tuvo la desatinada idea de echarle llave a la maldita puerta, así que acomode mi mochila y atendí la clase. La sorpresa y alegría no tardaría en llegar y en eso mi profe dijo esa frase con la que muchos se vuelven locos, la piel se nos estremece, empezamos a sudar en frio, las manos nos tiemblan y algunos se retiran con el temor entre las piernas. Mencionaron mi nombre y me pare un poco asimilando la derrota pero oh! Sorpresa las nota era la que esperaba una leve sonrisa se asomo en mi rostro. Fue en ese momento en el que me di cuenta realmente que el haberme quedado en mi casa el día 31 valió la pena. Valió la pena dejar de lado la invitación y propuesta más que interesante de una amiga mía, propuesta que involucraba buena música, alcohol gratis, cigarros y gente relativamente divertida. Sentí que el no haberme embriagado ese sábado me sirvió para concentrarme más, aunque esta semana o las próximas espero una puteada de esa amiga mía por haberle fallado una vez más. Y para ser sincero sus amigos y amigas, algunas nomas, me llegan “abajo” porque me hacen imaginarme a niños de tres años que recién empiezan a conocer la vida y su propia sociedad.


Y ya fuera de clases y sin ninguna obligación académica pendiente me encontré con un amigo quien motivado por el plan "H" caminámos por la universidad conversando o mejor dicho haciendo mofa de una escena de la que ambos fuimos testigos, aunque cada unos en distintos momentos. Y la escena nos dejo a ambos realmente boquiabiertos, se trataba de una pareja peculiar que encontramos desgraciadamente caminando acurrucados y felices por ahí. Ella muy simpática, piel blanca, ojos marrones, cabello marrón y qué más decir de una figura envidiable para cualquier mujer y el “pata” era uno más del montón así que ambos hacíamos comentarios que salían tal vez de nuestra piconeria masculina como por ejemplo: debe ser buena gente, se debe pudrir en plata, ella esta ciega o hasta imaginamos que el “pata” era gay y que ella como buena amiga le hacia la pantalla correspondiente, pero qué pantalla por dios!!. Debo admitir que esa última conjetura fue hecha por mí en estos momentos, lo siento, aún no lo puedo creer. Pero terminamos por admitir de alguna manera que lo de ellos era realmente cierto y que en realidad ella estaba enamorada y el único consuelo o mensaje que nos quedo de todo ello es que TODO ES POSIBLE, los sueños se pueden volver realidad y hasta lo imposible se puede lograr. Una experiencia de vida realmente y tal vez una señal fue para mí el poder verlos. Ahora ya estoy acá sentado y escribiendo lo que me sucedió este día tan peculiar a mi parecer y pensando aún en una llamada que recibí el día de ayer a mi celular y que no conteste por temor a quien sea que fuera.


Nota 1: Si alguien sabe de quién es este número que me ayude y sino llamen a este número y jodan. 980748259

Nota 2: Creo que la foto de la chica es muy parecida de la quie yo hablaba aunque la otra es más simpática y coquetona.

Jajaja esto explica todo:


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