domingo, 8 de noviembre de 2009

A choteadas aprendí.



Hace ya algún tiempo atrás que me siento solo, y para ser más especifico el día de ayer fue uno de esos momentos en que tienes el celular y quieres llamar a alguien para poder pasar algunos momentos de relax, pero a la vez piensas si aparecerán esas personas a quien diste tanto y que ahora te olvidan por completo, personas que cuando necesitan algo te buscan y cuando no “de lejitos nomas”. Salía de mi clase con la no menos popular “china”, jovencilla a quien desee desde que empezaron mis clases y que me dejo obnubilado con esos gestos de sonrisas y en realidad debo agradecer a sus amigos por ser unos completos idiotas, ya que gracias a ellos he podido ver esa sonrisa coquetona que hacen cerrar aún más sus chinitos ojos. Pero tuve la oportunidad un día de poder robarle algunas palabras, pero ese maricón que llevo dentro sale a flote en momentos únicos y que solo se presentan un vez, pero todo es cuestión de tomarme las cosas con calma. Cada vez que la veo me pongo como loco, aunque debo admitir que últimamente mis ganas desmedidas han decaído considerablemente en las últimas semanas, gracias a “dios”, me he dado cuenta que ella presentía mis ganas para con ella, porque se olía en el ambiente y con ese “sexto sentido” que dicen tener, creo que me detecto desde hacía ya bastante tiempo, aunque a veces creo que es solo mi imaginación.


Ella ahora solo se hace la desentendida y me mira de reojo cada vez que yo la veo, pero qué más da una choteada más. Ya estoy empezando a olvidar aquellos momentos en los que soñaba despierto en mi clase con ella, volando a un mundo de fantasía en el cual los dos éramos los únicos protagonistas, esa historia que nunca empezó y que ya está terminando. La experiencia y la vida me ha enseñado a no apegarme mucho a las personas ni a las cosas, porque ya sé que en cualquier momento se pueden alejar de tu vida y dejarte abandonado a tu suerte, suerte que yo aún no conozco. Las personas te pagan mal, te mienten, te toman el pelo, juegan contigo, se burlan de ti, de tornan animales en una sola jaula dispuestos a devorarte cual presa agonizante. Esa “china” es una más en mi lista de personas que nunca logre conocer y que en algún momento tuve la esperanza de poder toparme con ellas si quiera de casualidad. También está “la chica estadística” otra más, pero con ella si pude hablar solo 2 veces; la primera gracias a mi preguntando una estupidez, y la segunda fue ella misma increíblemente haciéndome la misma pregunta que yo le hice en aquella oportunidad, ella también olía ese aroma de testosterona flotando en el aire, aunque creo que la vez que yo le hable le babee el hombro le dio más que una sospecha. Esta última ya no va a clases aunque sí a las prácticas, sabe de mí pero creo que el interés no corre por su cuenta.




Y retomando la idea inicial-disculpen por haberme salido del tema por completo, pero recordé a “la china” y me fluye- como decía ayer salía de mi clase y camine por los pasillos de la universidad buscando algún alma solitaria conocida para incitarle a relajarnos y tomarnos algunos momentos de hueveo y qué mejor que ir a escuchar a “la sarita”, que tocaría en la universidad, pero no encontré a nadie y decidí ir solo en busca de esa adrenalina musical que nos podía inyectar aquella tocada, pero me fui al lugar equivocado y me di con la sorpresa que no había ningún escenario armado y pensé: tal vez me equivoque, así que decidí irme a mi casa. Camine unos metros y me senté en un banca en pleno “tontodromo” (dícese de la vereda que cruza toda la universidad, de norte a sur y que su nombre yace en la idea en que todos los que pasan por allí solo “tontean”, aunque en realidad es una vereda necesaria para trasladarnos diariamente), y encendí un cigarrillo para darme un poco de relajo; entonces estaba sentado allí mirando tanta gente pasar en un mediodía apagado y sin algún rastro de sol. Sentado aspirando el cigarrillo mirada a multitud de jóvenes correr grabándose videos estúpidos, otros vestían polos relacionados a algo y todos felices sonrientes formando un tropel de jóvenes ávidos de diversión. Y solo atine a mirar a mi alrededor y todo parecía un verde campo lleno de animalitos jugueteando bajo la luz de un sol que no existía y observaba mientras me preguntaba ¿por qué sigo aún aquí?, así que me pare y camine fumando mi cigarrillo mientras me topaba con centenares de chiquillos gritando excitados. Era jueves cultural en la Católica.



Cuando aún estaba lejos de la puerta decidí hacer una llamada así que cogí el celular de mi bolsillo derecho y llame a una amiga que no frecuento desde ya mucho tiempo, el celular timbraba y timbraba pero nunca contesto, imagine que estaba todavía en clase. Luego cuando estaba sentado en mi colectivo con los audífonos a todo volumen pensaba si siempre me pasaría lo mismo, y oh! Sorpresa me di cuenta que siempre me pasa! así que no me quedo una vez que resignarme y continuar con mi vida. Luego cuando estaba a unas cuadras de mi “dulce” hogar me di cuenta que soy como una serpiente, o sea no tengo patas. Aunque en realidad sí los tengo pero poquísimos gracias a “dios”. Algunos con problemas amorosos, otros con problemas académicos, otros dispuesto a pichangear, otros dispuestos a tomarse unos tragos, etc. El ser choteado me ha permitido darme cuenta de cómo son las personas cuando no te necesitan, pero creo que en algún momento “todos regresan” a su “tierra”.


NOTA: Se supone que lo debí acabar de escribir el viernes pero como se habrán dado cuenta ya es casi domingo, esperemos que la idea se entienda.


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