martes, 18 de diciembre de 2012

Una novia para el fin del mundo

La ciudad estaba consternada, excitada y en expectativa. Los diarios, la televisión y  la radio están abarrotados de mensajes poco alentadores. Algunos juegan con nuestros sueños, deseos y objetivos, la profecía nos está declarada: se acerca el fin del mundo. Pero si yo solo tengo 12 años, mi vida ha sido tan corta, tanto como la intención de desmentir todo aquello que me supone un estrés mayor que pensar en la muerte. Mi vida hasta ese momento había sido tan mísera que me parecía injusto todo esto, era el fin de todo, no había nada más que hacer. Aunque la desesperación me atrapaba por momentos la sensación de que la rutina tenía que terminar estaba latente. Y yo solo tenía 12 años.

Caminar  a la escuela eran los 30 minutos más intensos y pacíficos de mi día, estaba yo, un poco de tierra, mis pensamientos y mi temor por el final. La escuela nunca perdió su estilo prehispánico que tenía mucho de Ayacucho y de estas zonas un poco olvidadas, pero eso sí, nunca faltó un buen televisor o una buena radio en la oficina de mi buen director, el señor Ruperto, que siempre tenía una panza prominente, como si estuviera guardando provisiones para el fin del mundo. Yo sabía que él follaba cada martes y jueves con la profesora Carla, no era tan agraciada, pero al puerco aquel nada le importaba. Todos lo sabían pero nadie decía nada, al menos él llegará al final de todo si quiera habiendo follado, y esa no es mi suerte. A unas cuantas esquinas de la escuela estaba Vladimir, el señor de los periódicos. Algunos pocos tenían la suerte de tener un televisor o una radio, pero sin duda el mejor entretenimiento era leer las portadas de los diarios colgados en un cordel a medio caer. Siempre que pasaba por aquella esquina las personas estaban abarrotados a la espera de algún nuevo titular, pero estos días estaban cada vez más apretujados por ver las nuevas noticias y los nuevos pronósticos. Hace un tres de días pase muy temprano por aquella esquina, vi al viejo un poco resignado, hasta se había vuelto un poco más viejo, ya parecía un periódico arrugado y viejo por el sol. Él también sabía que dentro de poco todo ser terminaría, aunque estaba convencido de que ya había vivido lo suficiente como para contar sus historias en el más allá. Cuando le pasé la voz, Vladimir, solo atino a levantar la mirada y bosquejar una leve sonrisa, como quién se compadece de un alma joven y que aún tenía mucho por vivir. Continué con mi camino a la escuela.


A pocos metros más allá vi una niña que siempre me trajo como un desquiciado por el mundo, no sabía si era amor o algo platónico, solo sabía que esa niña me encantaba. Alicia era hermosa, bordeaba los 15, tenía ojos color café, piel canela, un cuerpo de niña que se convertía en mujer, una mujer que yo quería para mí. La vida seguía siendo injusta para mí. Cuando la veía, siempre a lo lejos me parecía desaparecer de la realidad, como si mis pies dejaran de tocar el piso y solo me guiará por el olor de su piel. Pero nunca me lanzó si quiera una mirada o un “hola, cómo te llamas”. Cuando estaba a punto de entrar en el éxtasis del momento sentí una palma sobre mi espalda, que probablemente vino a gran velocidad, que me hizo perder el equilibrio. Era el cabrón de Arturo, un niño feo, casi como yo, pero con un entusiasmo envidiable, era un niño dentro del cuerpo de otro niño de 12 años.

-          Hola maricas, estás viendo a Alicia ¿no?, ya todos sabemos que te la quieres coger
-          No me jodas, ella tiene casi 15 y yo apenas tengo 12, es una estupidez pensar eso – se lo dije con algo de dolor-.
-          Vamos Miguel que de verdad pareces un cabrón, o acaso no te gustan las mujeres, ya todos hemos tocado una, tú estás viviendo aguantado.
-          Deja de hablar huevadas y corre que ya van a cerrar la reja de la escuela.

Arturo corría como si tuviera una pequeña deformación en los pies, pero era un buen amigo, me había salvado de algunas cuantas golpizas porque el desgraciado peleaba muy bien, y eso le bastó para poder besar y tocar a algunas niñas que defendió. Cuando entramos corriendo, mientras sonaban algunas campanas muy viejas, pasamos por el pasillo donde se encontraba la oficina del director. Primero pose mi mirada en las ventana, ahí estaba nuestro director Ruperto, acomodado en su silla acolchonada, en su escritorio tenía unos cuantos papeles junto a su nuevo televisor, quién diría que en aquel escritorio él gozaba de la vida con la profesora Carla; cuando pasamos por delante de la puerta intenté mirarlo fijamente, pero su mirada era tan conchuda y maliciosa que no pude soportar, entonces fije mi mirada nuevamente en el pasillo. Hasta me había olvidado de la linda Alicia y de lo impávido que me dejaba su semblante.

Las clases estuvieron aburridas como siempre, esta vez la profesora Carla no apareció, tal vez se había dado algunas vacaciones, en su reemplazo llego el profesor Edwin, era un poco amanerado, pero era un buen tipo. Las clases terminaron, eran casi las 7 de la noche. Me separe de Arturo a unas 4 calles de la escuela, Alicia no había asomado por ningún lado, yo estaba ansioso por verla pasar y brillar con ninguna. Al día siguiente la rutina solía ser la misma. Lorenzo, el gallo de la casa, nos despertaba disciplinadamente todos los días a las 6 de la mañana. Ese día amanecí de mal humor, pero siempre estaba mi padre ahí para cagarme el mal humor y empeorarme la mañana. Unos cuantos golpes de su parte no solo me enderezaron sino que me enseñaron a no confiar ni siquiera en él, pero él quería lo mejor para mí, y si lo mejor eran unos buenos golpes tenía que hacerlo.

-          Manuel!, ya levántate carajo, hay que darle la comida a los animales! –lo dijo con tal repugnancia, que el olor de las heces de los animales hasta me parecían olores exquisitos-.  
-          Mierda! –murmuré- Está bien!  Ya voy!
-          Luego de eso nos tienes que acompañar al campo, así que apúrate!

Las ganillas parecían felices al lado de Lorenzo, él también ya había follado con algunas de ellas, así que ya tenía una razón más para estar satisfecho para cuando sea el final de los tiempos. A mi padre no parecía interesarle eso, él me decía que todo era una mentira, que la gente no sabía nada y que eran unos estúpidos y que solo lo hacen para distraernos y robarnos todo lo que quieran. Mientras le tiraba los maíces a Lorenzo, veía cómo un ser podía imponer respeto entre sus mujeres, era lo que yo quería, al menos imponer respeto. Luego pasé por los conejos, los loros, los cuyes, los cerdos y los patos. Hubiera deseado ser un Lorenzo y que Alicia fuera alguna de esas lindas y fuertes gallinas. Todos vivían una vida común y su final eran nuestros estómagos, pero ahora a todos por igual nos esperaba el mismo final. Luego de acompañar a mi padre al campo y a mi madre a vender algunas cuantas verduras pude regresar a tiempo a casa para ponerle la misma camisa sucia y los zapatos viejos de la escuela, al menos mis padres me daban esa oportunidad.   
  
De camino una vez más a la escuela, bajo un sol que me quemaba los pies, pude divisar a lo lejos  la esquina de Vladimir acopada de gente, había salido el diario de mediodía. Esta vez había demasiada gente, entre la multitud  pude ver  a Vladimir más despierto que nunca, también me crucé con Arturo en medio de la masa y le pregunté qué era lo que pasaba. Él me sacó del tumulto y me llevó a un lado. Lo veía algo desconcertado y exasperado hasta estaba sudando y no era por el sol.

-          Mierda! Manuel no sabes lo que dicen los diarios, esta todo confirmado –los ojos los tenía como desorbitados y saltones- estamos cagados, toda esta mierda se acaba en 2 días, ya no queda nada más que hacer.
-          Qué mierda hablas Arturo, eso no es posible, mi padre me dijo que siempre eso fue una mentira –aunque poco le creyese a mi padre-.
-          No seas huevón Miguel, en el televisor del alcalde ha sido transmitida la misma noticia, y en la radio del abogado también, estamos fritos.
Entonces se arrodilló delante de mí, parecía una criatura tan indefensa, y ahí mismo se echó a llorar.
-          Carajo!, levántate no digas eso, no seas un marica! –intentaba hacerme el fuerte, intentaba permanecer impávido ante la noticia-. Vamos a la escuela, apúrate!

A duras penas lo pude levantar, corrimos mientras él se veía cada vez más frágil y derrotado, ahora  mi semblante era algo más rudo. Llegamos a la reja de la escuela y estaba cerrada, al otro extremo del enrejado vi a Alicia, estaba tierna y agitada. Ella también lo sabía y lo creía, parecía que se iba a desplomar  en ese instante, y yo quería estar junto a ella para sostenerla. El éxtasis está vez era más fuerte. Si todo era cierto, no la vería jamás. Arturo no podía más, el director salió a la reja  y nos espantó como si fuéramos unos perros hambrientos. Todos corrieron ahuyentados, Alicia se perdió entre la masa de niños y jóvenes, cuyas sueños habían sido eliminados. Yo regresé a casa luego de dejar a Arturo algo más recuperado cerca de su casa. Habíamos estado toda la tarde tratando de encontrar a alguien que nos desmienta la noticia, pero todos estaban absortos y se sentían ya muertos con la noticia. Llegué tarde a casa, mi padre me golpeó por llegar tan tarde, mi madre le pidió que ya me suelte. Era momento de estar bien entre todos –dijo ella mientras lloraba-. Al parecer también estaban convencidos de que todo estaba por terminar. Hui a mi cuarto, me acosté en la cama y toda la tensión y dolor que acumulé desde que supe de la noticia estallo en un gran llanto silencioso. No hice ruido alguno, pero mi alma chillaba como lo hacen las ratas al morir aplastadas. Mis padres no fueron a verme. El día se había acabado. Ahora nos quedaban solo dos.
Día Uno
Continuará…  
  

viernes, 14 de diciembre de 2012

¿Es difícil hacer el amor?

Hacer el amor es cosa para expertos y no para neófitos. Es como una danza árabe que nos sumerge en un éxtasis, a veces, indescriptible. Para hacer el amor no importa si lo haces con alguien del mismo o diferente género, lo que importa es la intención, el esmero, el entusiasmo y contar con las ganas necesarias. Para hacer el amor se necesita de la práctica, es como cuando aprendemos a leer o hablar: la práctica hace al maestro, la repetición suma. Durante los ensayos se comenten errores, se cometen torpezas típicas de un principiante. La puntería es importante, los gemidos son importantes, los movimientos son pertinentes, la poca ropa es pertinente, el sudor inevitable, y el placer satisfactorio.

Pero vayamos por partes, para hacer el amor y no tener solamente SEXO se supone que se necesita de una pareja. Y para hacer lo que se tiene que hacer los 2 deben estar más o menos de acuerdo, aunque en muchos de los casos el hombre es quien propone la travesura. Es un trabajo complicado, tienes que tener cautela y aparentar no estar cachondo, tienes que ser sutil, decir las palabras correctas, tocar las partes sensibles de tu chica, conocerla y saber por dónde ir. Tienes que mirarla a los ojos, esbozarle una sonrisa coqueta, acariciar sus manos, luego su rostro, hacer que ella te esboce una sonrisa de complicidad, darle un pequeño ósculo en las mejillas, respirarle suavemente al oído, que esa pequeña brisa la haga cosquillear, pero sin hacer que se aleje, pensar muy bien en las palabras y luego, cuando todo, aparentemente, está dicho preguntas: ¿lo quieres hacer? Si ella sonríe y te mira a los ojos, entonces las palabras quedan sobrando. Pero tienes que ser constante, porque las chicas son inconstantes, ella pueden querer y  a la milésima de segundo ya no.

Cuando ya están los 2 a solas esperando que todo fluya y pase lo que tenga que pasar, tienes que estar a la altura de las circunstancias. La experiencia te dice  por dónde empezar y cómo empezar. Recorrer el cuerpo de la muchacha o el muchacho es algo imprescindible, tus manos tienes que ser suaves y tiernas, juguetonas y audaces. Si el momento se pone intenso las palabras son apropiadas, las groserías suenan como cascanueces en Navidad, como un cajón en un vals criollo: son perfectas. Mantener la calma y la respiración al ritmo del movimiento de los cuerpos desnudos es básico. Cuando la situación se pone más perversa y sofocante la creatividad es fundamental. Las poses tienen que ser diferentes, tienes que hacerla sentir especial, y qué mejor que aprender con tu pareja cosas nuevas. Desde “el balancín”, “el molinillo de viento”, “la milhoja”, “el clip”, “el puente de madera”, “el molde” y así muchas más por toda la eternidad. Intentar hacer lo que uno aprende en los videos de internet o en las películas de media noche a veces no funciona. Nunca funcionan. Las instrucciones en esos videos están salteados, pero como de todo se aprende en esta vida, para muchos es una gran ayuda.  

Es complicado. Por experimentar puedes terminar en la sala de un hospital, o con algún defecto al caminar que todos notarán al día siguiente. Pero si lo haces bien y no como un púber de 12 años o como si bailaras reggaetón pueden ser los 10 segundos más felices de tu existencia. Durante ese ínterin puedes ver los ojos de tu muchacha, llenarte de ella con su mirada, gozar de su mirada, sentir su respiración, ser uno con ella. Llegas a conocer olores, sabores, texturas y placeres. Y cuando llegas al Nirvana del erotismo, cuando todo está por culminar los cuerpos se contraen, los gritos se hacen más agudos, la piel se hace mes resbaladiza, la visión se pone algo nublosa, y lo sentidos se exaltan. Llegas, ves estrellas, ella ve estrellas, tocas el cielo.     

Hacer el amor puede darte calambres, dejarte moretones, huesos rotos, pero disfrutar esos minutos con tal fruición no tiene precio. Pero la cama es poco reino para ese buen amor, el lugar perfecto es aquel que recordarás por siempre. Para hacer el amor es requisito tener lista ya una tesis o un doctorado en el sexo. Pero no importa, cuando practiquen háganlo con tal dedicación y orgullo que nunca se van a arrepentir. Hacer el amor es una cosa digna. Digan lo que digan es así. Para terminar tengo que mencionar que el título de este post hace referencia a un poema llamado “Tercer movimiento (affecttuoso) contra la flor de la canela” de Antonio Cisneros. Como bien lo diría él: es difícil hacer el amor pero se aprende.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Entre ellas y yo



Las mujeres, oh sí, las mujeres. Las tenemos por todas partes, las queremos en todo momento, las adoramos, las odiamos, las amamos, las deseamos, las soñamos, las deseamos, las entendemos, no las comprendemos pero las deseamos. Nos dan la vida, nos dan dinero, organizan nuestras vidas, las ordenan, las acomodan a su gusto, lo calculan todo, lo miden todo, lo razonan todo, lo intuyen todo, hasta parece que ya no hay espacio para el hombre. Pensar que la mujer es un objeto es una completa falacia, el hombre parece ser el objeto, pero uno animado con muchas peleas en la cabeza. Ellas creen que no nos importan, pero de ellas dependemos, sí nos importan.


Algunas no nos toman como objetos sino como animales: como ratas. Es raro, por que las ratas son roedores ágiles, rápidos y audaces, pero, evidentemente, lo dicen por la pestilencia que envuelve la vida de una maldita rata. La vida y las mujeres son duras. Lo que ellas parecen no entender es que la visión y el cerebro del hombre funciona con 10 segundos de retraso, no entendemos su lenguaje ni verbal ni el corporal. Hace mucho tiempo atrás en este mismo blog escribí un post llamado “Mi problema con las mujeres”, créanme, aún no logro descifrar el acertijo.  


Nunca entendemos el mensaje, por más claro que para ella esté nunca lo entendemos. Por ejemplo, cuando una chica te hace un favor para el colegio o para la universidad y tú, hombre, tienes toda la intención de retribuirle el favor con algo de dinero ella te dice lo siguiente “no, no quiero dinero, pero me puedes pagar de otra forma”. Entonces piensas que ella quiere que le entregues tu colección de álbunes de Dragon Ball o del Chavo Animado. Somos muy lentos para algunas cosas, lo sabemos. Y luego cuando vemos a esa hermosa chica con otro menos lento que tú y comentas con sus amigas que ella te gustaba y ellas te dicen que ella también QUERÍA contigo. En eso tu cerebro retrocede a la semana anterior y recuerdas lo que ella te dijo, pero ya es muy tarde.


Una de las cosas que nos pueden diferenciar de ellas son la valentía y el coraje, sino imaginen a un hombre enfermo, ya nos sentimos desahuciados, agonizamos por toda la casa, nos sentimos a morir cuando tenemos una simple gripe. Y peor cuando sentimos algo de fiebre, no solo agonizamos sino, también, alucinamos cosas y hablamos solos. Una vez recuerdo que de tanta fiebre y alucinaciones terminé en el techo de mi casa a las 4 de la madrugada compartiendo historias con mis 2 perros. Pero ellas no, sino miren a las mujeres embarazadas, están en su consulta con el ginecólogo y están apuradas por terminar la consulta para seguir con su rutina diaria, loable realmente. Aguantan llevar a otro inútil como tú dentro de su vientre. Aunque, ellas lo saben y muchos hombres lo han vivido, cuando están en “estado” se vuelven 10 mil veces mujer, o sea 10 mil veces insoportable.


En esta parte tengo que mencionar algo sobre los famosos “detalles”, ella lo quieren todo especial, que no sea común. A los hombres no nos importa si el cuarto del hotel o cualquier espacio destinado para las artes amatorias este iluminado con flores, velas, música de lenta y sensual, sábanas blancas y bien puestas, perfume de rosas; en cambio, ellas sí, ellas quieren que todo sea especial, esperan los detalles. Y bueno, hay sacrificios que tenemos que hacer, no crean que lo hacemos por puro instinto. Y las amigas son otra historia, ellas son como chicas que nunca pudiste conquistar y que sabes que nunca te darán pelotas. Como comentario final a esta última parte quisiera mencionar que es cierto que las mujeres son más mentirosas que los hombres, nosotros somos seres afables, cándidos, inocentes, pulcros y con un espíritu prístino; en cambio, ellas siempre morirán diciendo el mismo floro: no importa si el hombre no tiene mucho dinero y que es un ser  amorfo construido en un laboratorio de ratas, porque ellas siempre valoran “lo de adentro”. Malditas mentirosas, a los feos nos tienen alejados y nos detectan con su radar de hombres feos. Una vez hasta casi me dan dinero para salir de las ondas del puto radar aquel. Y siempre por todo la eternidad las mujeres nunca entenderán que los hombres no podemos pensar en nada. Imaginen ésta situación que todos los que hemos tenido una novia alguna vez experimentamos. Estas con ella sentados viendo la tele o en la playa disfrutando del sunset y ella te mira fijamente y te hace la pregunta filosófica más importante de la historia: amor, en qué piensas. A lo largo de mi vida he podido entender que la mejor respuesta es inventar algo al instante, ay de ti si se te ocurre decir: NADA. Serás un hombre que pasó a la historia como el hombre que no piensa en NADA cuando está con su novia. Pero sí! Malditas mujeres, a veces los hombres pensamos en NADA!  La vida y las mujeres son duras.


Finalmente, no podemos negar la importancia que ellas tienen en nuestras vidas. Ellos nos quieren porque somos unos niños en cuerpo de stripper, nosotros jugamos con los mocos, ellas sacan cuentas, nosotros vemos dibujos animados, ellas hablan de sexo con sus amigas, nosotros jugamos a orinar más lejos con los amigos, ellas juegan a ver quién ha tenido más orgasmos entre sus amigas, nosotros las queremos, ellas nos quieren. Entenderlas es complicado, comprenderlas es probable, soportarlas es normal. Que vivan por mucho tiempo más, se las quiere, aunque se hagan las difíciles.
  

martes, 11 de diciembre de 2012

De la novia de Chuky a la novia de Ken

Este maldito mundo moderno poco a poco parece consumirnos a su modo, nos devora como si fuéramos unos pobres ciervos en boca de un león hambriento, y si es de circo peor  aún. Con algún temor, extrañez y cierta piconería he visto cómo la tecnología ha avanzado sin esperar jamás a alguien, sin esperar si quiera a que yo tenga el dinero para comprar algo de ella. Maldita sea la hora en que esa manzana mordida marcó la moda de lo táctil y cuanto aparato entretiene jodidamente la vida. Pero la tecnología no solo entretiene, sino, también te puede cambiar literalmente la vida; te puede hacer mutar y convertirte en alguien no como tú sino como el resto. La cirugía plástica aparece como una torpe opción dentro de la modernidad -a veces no tan moderna-, en tu afán de ser una Barbie o, quién sabe, tal vez un Ken. Jugar con la posibilidad de terminar como pariente de Freddy Kruger, es un riesgo que estas decidida y decido a correr. Total, muy lejos de esa realidad no estás.

Evitar tu monstruosidad te agobia, por donde vayas encuentras un espejo que te grita la verdad en tu cara: granitos; por aquí, por allá, otros que parecen un tercer ojo; frente amplia, en forma de estadio; orejas grandes, tipo plato; nariz, incaica, abultada y otras en forma de lanza caníbal; labios,  grandes o pequeños; un rollito por encima del jean; senos, como melones o como limones; una mano pequeña; muslos grandes; papada de sapo; guata de embarazada; y toda deformación de la que nos solemos burlar de chicos y de grandes. Frente al espejo subes, bajas, acomodas, aprietas, sueltas y estiras cada músculo sobrante o faltante de tu amorfo cuerpo y alucinas cómo te verías luego de algunas cuantas ajustadas. Entonces, hacerte unas cuantas “retocadas” no parece mala idea, porque si Magaly pudo salir de esa situación, por qué yo no, te preguntarás. Pero tu inteligencia desaparece cuando mejorar tu figura es la única misión en tu vida, y crees que no hay mejor fórmula que la milagrosa y bendita: cirugía plástica.

Hemos visto como muchos y muchas han terminado más deformes que antes, más ridículos que antes, y hasta más fríos que antes. Pero cuando de “verse bien” se trata nada importa, ni si quiera saber lo que te inyectan. Tu mente suele estar siempre en estado de alerta, cuando percibes un haz de luz fuerte y brillante sabes que ya llegó, sí llegará. El verano ya se acerca, y si te atragantaste con pollos a la brasa, parrillas, polladas, galletas, pastas-de la buena-, chelas y toda esa cosa rica que se ofertaba en Mistura y en la esquina de tu barrio, es hora de ponerse en forma. Porque ya no hay tiempo para salir a correr, ya no hay tiempo para llenar un par de baldes con cemento y hacer pesas, ya no hay tiempo para tomar litros de agua, ya no hay tiempo de comer ensaladitas, ya no hay tiempo de comprase más ropa negra, ya no hay tiempo de hacer la dieta de la manzana o la del lagarto (comes poco y…), ya no hay tiempo para las dietas milagrosas, ya no hay tiempo para rezar, ya no hay tiempo porque ya está empezando a salir el sol y tu sombra con el sol se hace cada vez un poco más grande. Tu excusa perfecta: los que estamos así es porque llevamos una vida próspera. Próspera? Tu glucosa y las compañías que te han llevado al fondo de todo esto.
    
Muchas veces puede parecer un accidente, o en algunas otras una cirugía por salud, pero sea lo que sea, la misión está cumplida. Sin sueldo y sin dinero para comer, luces tus carnes al aire libre, casi, como vendiéndote al mejor postor. Ahora ya tienes los senos, las nalgas, la nariz, y la figura que siempre quisiste. Ya puedes juntarte con tus amigas plásticas y burlarte de las no plásticas. Tú, hombre, ahora ya puedes ir a la playita y lucir tus músculos falsos, tus pectorales llenos de aceite de avión, tus cuadraditos bronceados y tus cejas bien depiladas. No importa que tu cabeza ya no combine con el resto de tu cuerpo, tampoco saber de dónde sacaron la carne para rellenarte lo que tenías que rellenar, eso lo que menos importa. Tu felicidad esta completa. Porque es mejor ser la novia de Ken que la de Chuky. La maldita modernidad lo pide, porque como buenos hombres siempre queremos que todo esté bien proporcionado, distribuido, taipa, pero eso sí: sin yapa y sin estafa. 

El rebrote

Gente muerta, veo gente muerta, hay gente que quiere morir, gente que respirando está ya muerta, yo me he sentido muerto, o casi agonizando, da igual, todo es casi parecido. Hoy he decidido aparecer una vez más en la palestra del mundo virtual –cosa extraña, porque siempre lo he estado-, y mostrarle al mundo, o a quien se digne a leerme, que siempre tengo algo qué decir. Siento esto como un rebrote, como el resurgimiento de un nuevo YO. Cuando hablé de la muerte es porque siento que es algo cierto: todos en algún momento de nuestras vidas hemos deseado estar muertos, es raro que la muerte nos cause tantas expectativas, sino veamos  cómo nos trae esta situación DEL FIN DEL MUNDO o el programa de Tv 1000 formas de morir.
Pero hay situaciones y momentos de nuestras vidas que nos matan, yo ya he muerto dos veces y bien “morido” como diría el Chavo, pero he sabido revivir de entre los muertos como Gokú. Y aquí estoy, una vez más. Alejado de la realidad, separado de lo burda que puede ser la calle en estos días navideños, de lo cruel que puede ser pelear por dar el mejor regalo y el abrazo más hipócrita. Es así, somos peruanos dicen, pero para ser hipócrita la nacionalidad no basta. Muchos dirán que soy un amargado o resentido, pero no. Solo es cuestión de perspectiva. Por eso, esta aventura del blog lo quiero vivir y revivir por mucho tiempo más. Ya lo había hecho antes con mi primer blog (www.tupazatillabiz.blogspot.com), pero revisándola y viendo las cosas que escribía, me dije a mi mismo: esto debió ser una broma de mal gusto. Qué mal escribía, se notaba que no leía o al menos que hubiera pasado por el colegio, si hubiera podido hacerlo me escupía a mí mismo.
Ahora, un poco más “maduro” pero con el pensamiento, el entusiasmo y la imaginación de aquel niño interior estoy aquí de vuelta. Prometo no poner más “XDs” o más “jajaja” en mis post’s. La lección ya está aprendida y es momento de demostrarla. Antes escribía puras idioteces y ahora también lo haré, pero con muchas más imaginación, creatividad e ironía. Tal vez sea estúpido decirlo pero quiero dejar alguna enseñanza en alguien que me pueda leer. Y que esa persona se dé cuenta de que no es el único loco en internet que comparte mis ideas. Para eso, a lo largo de las cosas que cuente o invente nombraré  los criterios de ese loco que traemos en los genes y que nos permite ser nosotros mismos, nos guste o no.
Sin embargo, creo que es de locos atreverse a escribir cosas en internet, o sea, INTERNET! Que está hecho ahora para las imágenes en movimiento y no para las aburridas letras en masa. Es contradictorio, lo sé. Pero el intento vale, cuenta y suma. Yo soy César, alias Criterio, es un apodo que nació hace mucho, y voy a intentar hacer de él una marca, un registro de mi personalidad. Lo siento, pero soy estudiante de publicidad y tengo que hacerlo. Por el momento esto es todo, el blog estará un poco desordenado y con pocas cosas que mostrar, pero haré mi esfuerzo. Y recuerda, yo seré el criterio que tu vida necesita. 

Ratings by outbrain